martes, 1 de mayo de 2012

El Día del Trabajo



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Marcha del Primero de Mayo en Ibarra



El origen del Día del Trabajo se ubica en Chicago, el primero de mayo de 1886, cuando una huelga que luchaba por mantener la conquista de jornadas laborales de ocho horas tuvo como desenlace la muerte de un policía en las acciones de represión y la persecución, apresamiento y ejecución de los trabajadores señalados como responsables.

A partir de ese momento se dieron muchos cambios en las relaciones laborales y en 1890 se creó la Oficina Internacional del Trabajo que se transformó en la OIT, cuya sede está en Ginebra bajo el control de las Naciones Unidas y a la cual pertenecen todos los países miembros.

Históricamente, el 1° de mayo se celebra el día del trabajo en todo el mundo. Un día como este, en el año 1886, más de 200.000 trabajadores iniciaron una huelga en Chicago, donde las condiciones de los obreros era peor aún que en otras ciudades de los Estados Unidos. Las movilizaciones siguieron los días 2 y 3 de mayo, una de las reivindicaciones básicas de los trabajadores era la jornada de ocho horas. El hacer valer la máxima ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa.

En Ibarra, se recordó el 1o. de Mayo
La única fábrica que laboraba era la de maquinaria agrícola McCormik que estaba en huelga desde el 16 de febrero del mismo año, porque sus patronos querían descontar a los obreros, una cantidad de dólares de sus salarios, para la construcción de una iglesia. La producción en esa única fábrica abierta, se mantenía a base de esquiroles, que eran aquellas personas que incumplían la huelga.

El redactor del períodico Arbeiter Zeitung,  Adolph Fischer,  corrió a sus oficinas donde proclama a través de la impresión y publicación de 25.000 octavillas ,que luego se utilizaría como principal prueba acusatoria en el juicio que le llevó a la horca, la proclama que decía lo siguiente:

Trabajadores:

La guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza!
¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria.
Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo.
Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!
Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden...
¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís!
¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!
La proclama terminaba convocando a un acto de protesta para el día siguiente, el cuatro de mayo a las cuatro de la tarde, en la plaza Haymarket. Se consiguió un permiso del alcalde Harrison para llevar a efecto dicho evento a las 7 y 30 de la noche.

Se concentraron en dicha plaza, más de 20.000 personas que fueron reprimidas por 180 policías uniformados. Un artefacto explosivo estalló entre los policías produciendo un muerto y varios heridos. La policía abrió fuego contra la multitud matando e hiriendo a un número desconocido de obreros y a un policía. Se declaró el estado de sitio y el toque de queda, habiendo detenido a centenares de trabajadores que fueron golpeados y torturados, acusados del asesinato del policía. Los hechos que allí sucedieron son conocidos como Revuelta de Haymarket.

En aquella época las condiciones de vida de los trabajadores en Europa y los EE.UU. eran pésimas: la jornada laboral llegaba hasta las 16 horas y el salario era escaso, los niños trabajaban desde los 6 años y las mujeres cumplían turnos de noche para completar el salario familiar. La miseria y la explotación eran un lugar común entre las clases trabajadoras, así como la represión policial.

Los obreros organizados decidieron terminar con esta situación. Después de una reunión multitudinaria la noche del 4 de mayo de 1886 en el mercado de la ciudad Haymarket (Chicago), ocho líderes laborales: Parsons, Spies, Fielden, Schwab, Fischer, Lingg, Engle y Nebee, fueron acusados de conspiración y asesinato por la explosión de la bomba que mató a un policía. El juicio condenó a siete de ellos a morir ahorcados y a uno a 15 años de cárcel. 
En 1889, durante el Primer Congreso de la Segunda Internacional Socialista, celebrado en París, se decidió que el 1º de mayo conmemoraría el Día Internacional del Trabajo. Paradójicamente, el 1 de mayo no se celebra en Estados Unidos ni en Canadá como Día del Trabajo, sino como Día de la Ley (Law Day). En esos países se otorgó a los trabajadores el primer lunes de septiembre, un día sin significado histórico, para celebrar su día (Labor Day).                                                                                                                                                                       Hoy, la mayoría de los países democráticos del mundo, consideran el primero de mayo como el Día del Trabajo, en reconocimiento al esfuerzo, responsabilidad y contribución de los trabajadores al desarrollo de sus países. La fecha es propicia para la reflexión acerca de los derechos de los trabajadores consagrados en las leyes, pero también de sus deberes y de la necesidad de relaciones armoniosas, transparentes y justas entre gobierno, empresas y trabajadores, pues juntos construyen el futuro de la nación.                   Esta narración histórica, nos lleva a entender la importancia de esta fecha y a renovar esfuerzos por ser cada día mejores.

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