¡Oh Maestro que estás en la Cátedra
de tus labios queremos la aurora;
tu palabra es la luz que se aflora
y amanece en las cumbres del bien!
tu palabra es la luz que se aflora
y amanece en las cumbres del bien!

Celebramos el Día del Maestro en nuestro país, día escogido en honor al escritor y educador Juan Montalvo que nació un 13 de Abril. Desde aquí queremos felicitar a todos los ecuatorianos que desempeñan esta noble labor como es educar a nuestros hijos para que sean personas de bien y tenga un futuro prometedor.
Les agradecemos por compartir sus conocimientos, que más allá de enseñarnos una asignatura, nos han dejado en muchos casos lecciones de vida. Por estar junto a nosotros durante esos hermosos años de nuestra niñez, nuestra juventud e inclusive nuestra madurez ya que muchos no dejamos nunca de aprender.
HIMNO AL MAESTRO
Letra: Pablo Hanníbal Vela Música: Enrique Espín Yépez

Gratitud al Maestro, que alumbra
nuestra vida y la llena de estrellas;
gratitud de la Patria que, en ellas,
ve otro cielo, en palabras de luz.
Gratitud de la Patria, que sabe
lo que sufre el Maestro y se afana,
frente al joven, la voz del mañana;
junto al niño, inocencia y virtud.
¡Oh Maestro que estás en la Cátedra
de tus labios queremos la aurora;
tu palabra es la luz que se aflora
y amanece en las cumbres del bien!
En verdad, el homenaje al Maestro, no es una exaltación romántica, es solo la verdad de seres humanos consagrados a la enaltecedora y altiva tarea de enseñar, de educar con valores y con experiencias vividas para modelar el caracter y personalidad de sus alumnos.

Pero si bien cabe señalar que la crisis que se refleja en otras profesiones también tiene asidero en el magisterio propia de la sociedad de consumo que vivimos. El magisterio es una profesión como cualquier otra, que permite vivir, cubrir algunas necesidades, fundamentales. No tiene la aureola, el prestigio, que en otros países rodea al Maestro. Y lo más sensible que la excelencia del Maestro se va perdiendo cuando en determinados gobiernos, de los cuales no quiero acordarme, se ha cotizado, se ha puesto precio, por un cargo de profesor, por un ascenso, por un cambio. Los méritos nada pesan, nada valen, las virtudes por extraño que parezcan, resultan una carga y eso quedó para los ingenuos, para los inocentes, creer o esperar en los concursos de merecimientos. Pero tampoco queremos atacar con palo de ciego. Hay excepciones, hay personeros, de conducta impoluta y rectilínea.
Pero no podíamos, sin pecar de injustos, dejar de reconocer que hay maestros que por su solvencia moral e intelectual, por su entrega generosa al apostolado de la educación merecen en este mes de abril, les hagamos llegar un himno sonoro y vibrante de la niñez, de la juventud de nuestra ciudad y provincia, en reconocimiento a su noble, altruista y fecunda labor en beneficio de la Patria.
El maestro es vocación y servicio, mística y pasión....El padre de todos...