Rik Van Steenbergen, el esprínter alto y musculoso que marcó una época durante su longeva carrera -fue profesional entre 1943 y 1966 - es uno de los corredores con más victorias en la historia del ciclismo. Algunas fuentes adjudican al “Boss” 1647 triunfos en pista y carretera, otras hablan de 952. Sí está claro que es que fuera de los velódromos levantó los brazos en 270 ocasiones, una cifra sencillamente espectacular.
Rik nació en las afueras de Amberes en 1924, en el seno de una familia humilde. Empezó a montar en bici cuando su coche fue requisado en plena guerra mundial, lo que le lleva a participar en carreras en Suiza, únicamente como excusa para volver cargado de relojes que vendía en el mercado negro.
Lo que empezó por pura necesidad, pronto se tornó en hábito y luego en mera profesión, ya que su trayectoria nos conduce a dudar que sintiese pasión por el ciclismo a pesar de su dilatado palmarés.
De hecho Van Steenbergen acudía a todo evento que le pagase bien, independientemente del nivel de mismo. Una vez establecido como un ciclista de referencia, sólo acudió a las grandes carreras si la “bolsa” era buena o si se percataba que su caché estaba bajando. De ahí que un periodista de su época lo definió como un “magnífico campeón con alma de mercenario”.
Como muestra de su avidez cabe citar un loco fin de semana de 1957, donde en 48 horas participó en eventos del Congo Belga, Copenhague, París y Lieja. Cómo no, ganó todos ello.
Récord del Mundial
Nuestro protagonista ostenta, junto con Binda, Merckx y Freire, el récord de victorias en los Mundiales en ruta con tres entorchados, al que se suma una medalla de bronce. Lejos de los fríos números, si profundizamos un poco en la relación de Rik con la prueba de un día por excelencia, descubrimos que en sus victorias se batió con muchos de los más grandes ciclistas de todos los tiempos, Coppi, Kübler, Rik Van Looy o Bobet le observaron desde abajo en el podium. Pero también nos percatamos de que durante mucho tiempo la sombra de la sospecha ha volado sobre su primera victoria en 1949 en Copenhague, con acusaciones de “tongo” que nunca llegaron a esclarecerse.
Sin embargo preferimos recordar su último maillot arco-iris, conquistado en 1957 por delante los galos Bobet y Darrigade, a los que las tácticas de equipo en contra de Rik de nada les sirvieron. Una masa enfervorecida de paisanos, el mundial se disputaba en Bélgica, le llevó en volandas en el día en que igualó el hasta entonces récord inmaculado del gran Binda.
Repóker de monumentos
Cinco Monumentos del ciclismo registran el nombre de Van Steenbergen en su libro de oro. La Milán – San Remo fue la última gran clásica que le vio vencer, pero fueron sendos dobletes en Roubaix y Flandes, las victorias que junto con el Mundial le han elevado al olimpo del ciclismo.
De Ronde van Vlaanderen fue sin duda la carrera que más dio y quitó al tozudo corredor belga. Sus dos primeras participaciones, en 1944 y 1946 las resolvió con sendas victorias, superando de modo insultante al doble ganador Briek Schotte, lo que lo convirtió en el “elegido” de la afición Flandier. Los pinchazos, caídas, mala suerte y una serie de ausencias injustificadas le impidieron ganar de nuevo en el templo del ciclismo belga. De hecho fue Flandes una prueba que llegó a repudiar públicamente, declarando ante la prensa “esta carrera no es para mí”, lo que constituyó una auténtica blasfemia para muchos de sus compatriotas, que lo bajaron de un pedestal que se había ganado a pulso en la carretera.
Los adoquines de Roubaix también sintieron el paso en tromba de Rik I. Su media de 43,6 Km./h de 1948 tardó muchos años en ser superada, pero más digno del recuerdo fue su duelo “a muerte” con Coppi en 1950, quizás su mejor actuación de siempre.
Como siempre el “Campeonisimo” atacó en reiteradas ocasiones, tanto en ataques secos como a ritmo dentro y fuera del adoquín. Y como siempre fue desprendiéndose de todos lo rivales uno a uno. Dupont, Boblet, Kubler y Mahé son los últimos en quedarse y de nuevo Fausto vuelve a la carga para desembarazarse del robusto Van Steenberger, que en un alarde de fuerza no sólo le aguanta sin problemas aparentes, sino que le supera con facilidad en el sprint final, en una imagen que todavía permanece en la retina de los amantes de las clásicas.
Otra de las grandes historias del campeón belga tiene lugar en 1958. Durante los primeros meses del año anida en Van Steenberger un sentimiento de rabia alimentado por las radios locales, que no dejan de propagar a los cuatro vientos el nombre del Van Looy, nueve años menor, al que bautizan inevitablemente como “Rik II” y proclaman como el mejor corredor del mundo. Herido en su orgullo, “Rik I” realiza más de 1000 Km. semanales con continuas series y prepara con mimo la Flecha Valona, donde reta públicamente y vence a Van Looy, que no cuajó una buena actuación. Sería su última victoria de renombre en la ruta, un magnífico “canto de cisne” que escenificó un relevo generacional inevitable.
El "Jefe" visita las Grandes Vueltas
Veinticinco victorias de etapa en las tres grandes, cifra acorde con uno de los mejores sprinters de la historia, no pueden ocultar la paradójica relación que mantuvo con las grandes vueltas. Tan sólo participó en ellas en nueve ocasiones. Como el Giro siempre fue generoso en primas con él lo visitó 5 veces, acercándose sólo una vez a la hermana pobre, la Vuelta y despreciando casi por completo el Tour, donde sólo hizo acto de presencia en tres ocasiones, algo inédito en campeón de su talla. La multitud de criteriums disputados en aquel entonces en julio eran una poderosa razón para olvidarse de la gloria de París.
El francés Rafael Geminiani siempre defendió que Van Steenbergen podría haber luchado por la victoria del Tour si se lo hubiese propuesto, “pero su codicia se lo impidió”. Ello lo atestigua su actuación en el Giro 1951, donde quedó segundo a menos de 2 minutos del vencedor final Magni, pero superó a los mejores vueltómanos del momento. Kübler, Coppi, Koblet, Bobet y Bartali estuvieron en el top – ten de una edición, que si bien no destacó por su dureza, visitó los Apeninos y los Alpes.
En la ronda hispana dejó huella en su visita de 1956 ganando un duelo particular con Miguel Poblet por 6 victorias de etapas a 3, imponiéndose en la Regularidad y aupándose al quinto puesto final por detrás de Bahamontes y a poco más de siete minutos de Conterno. Pero su participación ha quedado envuelta para siempre en la polémica, acusado de nuevo de compra – venta de carreras por la prensa- tras ayudar decisivamente al italiano en la ascensión Sollube en la última etapa, lo que decantó finalmente el duelo que Conterno mantenía con Loroño por tan sólo 13 segundos a favor del transalpino.
Geminiani siempre defendió que podría haber luchado por la victoria del Tour “pero su codicia se lo impidió”.
Declarado persona “non grata” por el aficionado patrio, pocos recuerdan una anécdota que en esa misma Vuelta protagonizó en tierras vizcaínas, cuando se aupó en un burro que se había cruzado en la carretera y recorrió a lomos del mismo más de un Km. con la bici sujeta en sus manos. Por mucho que hemos buscado no hemos encontrado tan magnífica instantánea.
Genio y figura fuera de la carretera
Rik fue uno de los reyes de la pista y los critériums durante dos largas décadas, tal y como lo atestiguan, por ejemplo, sus 40 victorias en pruebas de “seis días” y la cifra estratosférica de victorias en campeonatos de Bélgica, Europa y eventos varios por todo el mundo.
Una vez retirado Van Steenbergen provocó de nuevo con sus acciones la división de opiniones entre los aficionados belgas, con una “vida civil” que lo mantuvo en primera plana durante décadas. Su querencia por el juego le llevó a deshacerse de sus trofeos, perdió gran parte de sus ahorros tras un tormentoso divorcio, visitó la cárcel por un turbio asunto en la frontera con Holanda e incluso protagonizó una película “subida de tono”. Sólo un postrero y feliz matrimonio impidió que él, que tanto había amado el dinero, acabase en la miseria.
A pesar de todos estos avatares vitales, cuando la muerte le vino a visitar a los 78 años, su funeral en Amberes congregó a la flor y nata de los ciclistas belgas (Merckx, Van Looy, De Vlaemink, Van Impe, Maartens…) y miles de aficionados. Incluso el mismísimo primer ministro acudió a rendir homenaje a una leyenda deportiva a la que hacía tiempo que se le habían perdonado todos sus pecados, de hecho el Memorial Van Steenbergen, una prueba reservada, cómo no, a los mejores sprinters, comenzó a celebrarse una docena de años antes de la muerte de Rik.
Así era Rik Van Steenbergen, una de las leyendas más controvertidas de la historia de nuestro deporte. Los buenos aficionados al ciclismo siempre lo recordaremos.
PALMARÉS DESTACADO
EN RUTA
3 campeonatos del mundo en ruta (1949, 1956, 1957)
2 París – Roubaix (1948, 1952)
2 Tour de Flandes (1944, 1946)
1 Milán – San Remo (1954)
2 Flechas Valona (1949,1958)
1 París – Bruselas (1950)
4 etapas del Tour de Francia
15 etapas del Giro de Italia (2º en la General en 1951)
6 etapas de la Vuelta a España (Regularidad y 5º puesto en 1956)
7 veces campeón de Bélgica en Ruta
EN LOS VELÓDROMOS
13 Campeonatos de Bélgica
6 Campeonatos Europeos
Vencedor en 40 eventos de “Seis días” |
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