lunes, 30 de mayo de 2016

Adultos mayores impulsan agricultura orgánica en Imbabura



Todas las mañanas doña María Sandoval se despierta con la ilusión de ver cómo su huerto prospera. Las semillas que hace un tiempo atrás plantó, poco a poco dan sus frutos. Pronto los servirá en la mesa, que comparte con sus seres queridos, productos sanos, de buena calidad y más que nada cultivados y cosechados con amor y cuidado.

María tiene 60 años y pertenece a la comunidad Los Arrayanes, de la parroquia Zuleta, en Ibarra. Desde pequeña, junto a sus padres y hermanos, trabaja en la tierra. Recuerda, con nostalgia, que cuidaba ganado y “luego sembraba en poderes ajenos huasipungos; éramos mezquinados y no se podía hacer mucho”, menciona.

El sueño de su vida fue tener un terreno propio, para demostrar lo que aprendió durante los años de juventud y con ello también incentivar a los más jóvenes de la comunidad a “querer y a aprovechar la tierra, de los recursos de los cuales son bendecidos”, pues este sector cuenta con un sistema de riego y su tierra es propicia para la producción.

Con esta emprendedora se formó la Asociación Agropecuaria Los Arrayanes, a la cual pertenecen 25 personas de la tercera edad y sus familias. “No hay gente joven para trabajar, por lo que pedimos a los hijos que acojan, trabajen y valoren las tierras que se quedan abandonadas”, reconoce María.

Esta organización, al igual que 559 familias de la provincia de Imbabura, son beneficiarias del Proyecto Producción Hortícola para la Comercialización que el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca, MAGAP, ejecuta conjuntamente con el Programa de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN) Imbabura de la Organización de las Naciones Unidas Para la Alimentación y la Agricultura (FAO).


El proyecto de producción hortícola involucra a 191 productores de Ibarra, 230 de Cotacachi, 38 de Pimampiro, 50 de Otavalo, 20 de Antonio Ante y 30 de Urcuquí.


Además de semillas, el MAGAP capacita a los beneficiarios, para lo que los técnicos acuden a los sitios y juntos programan reuniones para las
charlas necesarias sobre tratamientos orgánicos, o cómo prevenir la presencia de plagas.

Otros agricultores -Luis Alvear y su esposa Ercilia Sandoval- tienen dos hijos pequeños y desde ya les inculcan los conocimientos sobre la agricultura. “Tienen sus propias plantas en maceteros y las cuidan para que crezcan; ellos ven cómo se trabaja en el huerto y en el invernadero que tenemos en la casa”.

Luis y Ercilia realizan “experimentos” en su terreno. Desde cilantro hasta yuca es lo que cultivan en una zona ubicada de alrededor de los 2.500 metros sobre el nivel del mar. Para prevenir sus cultivos de plagas, y con el fin de evitar utilizar pesticidas en el fréjol, cilantro, perejil, entre otros productos, usan los favores de otras especies como la ortiga.

El MAGAP interviene en estos sectores y trabaja con estos grupos prioritarios, incentivando la agricultura orgánica, para en lo posible evitar cualquier implementación de químicos y reemplazarlos por plaguicidas elaborados con ajo y ají.

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