A
Holanda se la conoce como el país de los molinos de viento, de las tulipas, de
los zuecos de madera. Pero quien tiene la oportunidad de conocer Holanda,
descubre que aquí es también el país de las bicicletas. Dudo que en otro
lugar ese medio de transporte sea tan popular. Para tener una idea, en Amsterdam,
¡el estacionamiento de bicicletas de la Estación Central comporta 8 mil de
ellas!
En las calles, el tránsito
está todo adaptado para el tráfico de las bicicletas, con ciclovías e incluso
semáforos especiales. Personas de todas las edades son adeptas de ese medio de
transporte, tanto hombres como mujeres. No se ve a muchos niños solos andando
en bicicleta en las calles, a no ser en parques, más jóvenes e incluso
personas mayores, sí. Las mujeres andan con faldas y tacones altos y algunos
hombres andan incluso con terno. Ellos tienen una práctica increíble, incluso
con bolsas de compras los holandeses consiguen equilibrarse bien en el vehículo.
Para el peatón es
necesario atención en doble. Antes de cruzar la calle, es necesario tomar
cuidado con los coches, los autobuses, los trams (o trenes, que son una especie
de bonde), además de las bicicletas. Sí, pues la bicicleta tiene preferencia
al peatón. Cuando un peatón va a cruzar la calle y no ve una bicicleta, el
ciclista toca una especie de campanita para alertar al pedestre. Llega a ser
divertido el lío de los sonidos. Los semáforos tocan un sonido diferente
cuando están abiertos, para alertar a los ciegos. Los trams tocan un sonido de
aviso cuando están listos para pasar, y también tenemos el ruido de las
bocinas de las bicicletas. Lo mismo ocurre con los semáforos : para peatones,
para coches, para bicicletas y una señal de advertencia cuando va a pasar un
tram.
Realmente la bicicleta es
un medio de locomoción muy ventajoso. Además de ser económico, si comparado a
coches o motocicletas (una nueva cuesta entre 200 y 400 euros y una usada de 50
a 150 euros), no necesita de gastos con combustible, no contamina, no
congestiona la ciudad y no acarrea problemas para estacionar.
Pero si la bicicleta
tiene tantas ventajas, ¿por qué no es popular en Brasil?
Primero, con pocas
excepciones, las ciudades brasileñas no son planas. Imagínese cómo sería
andar en bicicleta todos los días en Porto Alegre, por ejemplo. Para empezar,
una subidita en la calle Ramiro Barcelos, la ladera de la calle Lucas de
Oliveira, o qué tal encarar un cerro Santo Antônio… no hay ciclista que
aguante. En Holanda no existen cerros o elevaciones. Todo es completamente
plano, lo que facilita y mucho la multiplicación de ese medio de transporte.
Segundo
motivo, falta estructura y educación. En Porto Alegre ya es peligroso andar en
motocicleta, ¡imagínese en bicicleta! Sin ciclovías, las bicicletas acaban
molestando el tránsito, y los ciclistas corren el peligro de ser atropellados.
Y
tercero, el problema de la violencia. En Holanda, el robo de bicicletas es muy
común y existe un verdadero mercado de bicicletas robadas que se venden por 10,
20 euros, Pero la diferencia es que aquí el ciclista apenas pierde su
bicicleta, que generalmente no la encuentra más en el estacionamiento; pero
casi no existen agresiones y asaltos. Ya en Brasil, infelizmente, una bicicleta
puede costar una vida.
Aquí
en Holanda, también acabé entrando "en la onda holandesa" y probé
ese lado divertido de la cultura local. Decidí yo misma comprar una bicicleta
usada. Y cómo es bueno revivir los tiempos en los que yo andaba en bicicleta en
el Parcão y en la Redenção, en Porto Alegre. Todos los fines de semana iba
con mi Monark rosada y blanca con cesta. Me encantaba aquel ventecito en la
cara. Ahora, además de poder andar con seguridad aquí en Holanda, puedo
disfrutar de un paisaje diferente y aprovechar para hacer un ejercicio. En mi
camino al trabajo, atravieso el puente Erasmus, desde donde se tiene una vista
impar de Rotterdam, con su río, barcos y, a lo lejos, su enorme puerto.
Cuando
se viaja, es necesario tener la experiencia de todos los aspectos de la cultura
local, ver la vida a través de los ojos de aquel pueblo. Solamente así
aprendemos y reflexionamos sobre nuestra propia manera de pensar y descubrimos
cuánto la cultura en la que vivimos es capaz de influenciarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dinos que quieres conocer?