El francés Thomas Voeckler
(Europcar) fue el más fuerte del quinteto de corredores que
sobrevivieron a la escapada del día y se impuso en la décima etapa del
Tour de Francia, disputada entre Mâcon y Bellegarde-sur-Valserine, de
194.5 kilómetros, en la que el británico Bradley Wiggins mantuvo el
maillot amarillo.
Voeckler, de 33 años, fue “el más duro de todos” y aprovechó la
ocasión para apuntarse su tercera etapa en el Tour, merced a un ataque
planificado a 800 metros de la pancarta que le permitió entrar en meta
con 3 segundos de adelanto sobre el italiano Michele Scarponi (Lampre) y
7 respecto al alemán Jens Voigt (Radioshack).
Poco después pasaron el español Luis León Sánchez (Rabobank) y el
belga Devenyns (Omega), supervivientes de la multitudinaria escapada
inicial que marcó la jornada.
Los favoritos llegaron juntos a 3-16, por lo que no hubo cambios en
la general y Wiggins superó la prueba. En vísperas de la jornada reina
de los Alpes el australiano Cadel Evans (BMC) le sigue a 1-53 y Chris
Froome (Sky) a 2-07. El italiano Vincenzo Nibali (Liquigas), que probó
al líder en la bajada del Grand Colombier sigue al acecho del podio, a
2-23. El primer español es Haimar Zubeldia (Radioshack), sexto a 3-19.
Una etapa para comprobar si las estrategias anti-Wiggins se iban a
poner en practica, si el inédito coloso del Grand Colombier sería el
escenario de alguna batalla, o si los descensos de los puertos pondrían
en evidencia alguna debilidad del líder y de su compañero Froome.
La escapada de turno fue numerosa, con 25 corredores, propiciada por
el eslovaco y maillot verde Peter Sagan. El grupo incluía, entre otros,
nombres que han vestido de amarillo en el Tour, como Zabriskie, Millar,
Voeckler y Voigt, además de Scarponi, el mejor colocado en la general a
10 minutos y los españoles Luis León Sánchez y Egoi Martínez.
La aventura llegó organizada hasta la cima del Col de Corlier (2a, km
90) y empezó a desintegrarse en las primeras rampas del Grand
Colombier, puerto inaugural de categoría especial en la presente
edición, de 17 kilómetros al 7,1 por ciento de pendiente media. La criba
en la avanzadilla dejó a cuatro delante, a “Luisle”, que fue cabeza de
carrera unos kilómetros, Devenyns, Scarponi y francés Voeckler, que
coronó la cima con ligero adelanto.
En el grupo de favoritos el Sky marcó el ritmo subiendo y nadie se
movió a excepción de tres acelerones del belga Vandenbroucke, que de
nada sirvieron. En el descenso cambió el decorado con la iniciativa del
italiano Vincenzo Nibali, que se lanzó a tumba abierta y abrió hueco.
Valiente el “Tiburón”, que metió el susto en el cuerpo a Wiggins, Froome
y a todo el Sky.
Nadie arriesgó para ponerse a rueda del siciliano, quien se unió en
plena bajada a su compañero Sagan, que esperaba intercalado a su líder.
El eslovaco le dio los relevos que pudo hasta que reventó, por lo que
Nibali atacó sin ayuda el comienzo del Col de Richemond, última
dificultad del día, por donde se acercaba el tren del Sky a apenas 40
segundos.
La maniobra de Nibali no supuso botín alguno. A mitad de subida al
Richemond (3a, 7 kms al 5 por ciento) fue alcanzado por el grupo
principal, pero puso al descubierto el punto flaco de Wiggins- los
descensos vertiginosos, donde el inglés tira de freno más que su rival y
no se siente cómodo.
“No tuve miedo en la bajada, sabía que a Nibali le quedaba mucho hasta la meta”, dijo el líder.
De nuevo reunida la alta jerarquía de la carrera, que coronó el
Richemond a 3 minutos del cuarteto que mantenía la fuga, a 20
kilómetros, casi todos en bajada hasta la inédita meta de
Bellegarde-Sur-Valserine, al pie de los Montes del Jura y puerta de los
Alpes.
El triunfo de etapa lo iban a gestionar 5 corredores, ya que se unió
el “abuelo” Jens Voigt. Guerra táctica en espera de que cada uno pusiera
su carta encima de la mesa. Devenyns se lanzó a 3 kilómetros ante la
mirada de sus compañeros de viaje, pero Voeckler se dio cuenta de que si
no reaccionaba rápido se le esfumaba la etapa.
El francés se fue a por él en un tramo final duro, ascendente,
engañoso, y atacó con decisión, ajeno a sus dolores en la rodilla para
saludar su nuevo día de gloria en el Tour, carrera que le puso en el
corazón de los franceses desde 2004, cuando vistió de amarillo durante
10 días. Desde entonces es, junto a Sylvain Chavanel la referencia gala.
Y siempre llama dos veces.
Llega la etapa reina de los Alpes con una jornada que incluye cuatro
grandes puertos en el trayecto de 148 kilómetros entre Albertville y La
Toussuire. Esperan los Cols de La Madeleine, la Croix de Fer, el Moliard
antes de la subida final con 18 kilómetros al 6,1 por ciento.
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